Señales que te avisan que debes cambiar tu trabajo

Si el domingo al recordar que tienes que volver al trabajo se te encoge el estómago y el lunes por la mañana tardas una eternidad en activarte para acudir al trabajo, tu cuerpo te está alertando de que hay algo que no funciona bien en tu vida profesional actual.
Puede que aún no termines de ponerle palabras y coherencia a esas sensaciones que te indican insatisfacción y desmotivación, incluso puede que te sientas culpable por no estar dando el 100% de ti en tu trabajo. No estás solo, no estás sola. Según un estudio de Endenred e Ipsos sobre Bienestar y Motivación de los empleados en Europa en 2015, un 40% de las personas trabajadoras está planteándose abandonar su empresa. Y es que es más común de lo que parece y las razones por las que hacerlo se repiten constantemente. He englobado los diferentes factores en tres dimensiones: el propio crecimiento personal, la calidad de las relaciones interpersonales en el trabajo y el cuidado de la salud física y mental.
Agotamiento y estrés
Es normal la carga de trabajo varíe en función del momento que atraviese la empresa y que esto nos provoque situaciones puntuales de estrés o cansancio, pero cuando vives una constante sensación de agotamiento físico y emocional, altos niveles de estrés, ansiedad y preocupación excesiva, puedes estar experimentando el síndrome del burn-out. Este estado no es sostenible a lo largo del tiempo, ya que afecta directamente a tu salud física y emocional.
Qué puedes hacer:
Es muy importante empezar a poner límites a tu jornada laboral. Para ello desconecta digitalmente al acabar. Esto te permitirá desconectar también mentalmente y recuperar energía en tu tiempo libre. «Desafortunadamente todavía se concibe el trabajar fuera de horas o responder a mensajes del trabajo en nuestro tiempo de descanso como una muestra de compromiso y efectividad, cuando muchas veces no es más que un círculo vicioso» explica la profesora del departamento de Dirección de Personas de IESE, Mireia las Heras.
Además, cuida tu alimentación, haz ejercicio y rodéate de personas que te apoyen. Si esta situación se mantiene en el tiempo, dirígete a tus superiores para buscar soluciones. Sino cambia, es momento de anteponer tu salud a un trabajo.
El sueldo sí importa
Importa y mucho cuando no llegar a fin de mes implica un estrés adicional al del propio trabajo y no te permite desarrollarte ni personalmente ni profesionalmente. Joana Sánchez explica “el dinero es motivador hasta un cierto nivel, hasta que tenemos nuestras necesidades básicas y de seguridad cubiertas. Mientras no tengamos estas necesidades cubiertas, carecer de dinero es una fuente de frustración, y con repercusión directa en nuestra productividad. (…) Lo que resulta complicado es pretender que una persona que no gana lo mínimo para vivir, anteponga la empresa a sus necesidades.” Cierto es que una vez nos sentimos más o menos cómodos con lo que cobramos, existen otros factores que determinarán nuestra satisfacción laboral y productividad.
Qué puedes hacer:
Te preguntaría ¿es el sueldo la razón principal por la que te estás planteando dejar tu trabajo? Si es así, es momento de tener una conversación con tus superiores. Sopesa todo lo que te aporta tu puesto y asegúrate de comunicarlo a la vez que negocias un incremento. ¿Hay más razones? Sigue leyendo.
Sentir que no avanzas
Si llevas una temporada sin aprender nada nuevo, sientes que puedes hacer mucho más de lo que haces ahora, no tienes el espacio para desarrollarte y las posibilidades de crecer son muy escasas, posiblemente tu trabajo ha llegado al fin de un ciclo. Pedro Checa, cofundador de Jointalent, expone “cuando hace tiempo que volvemos a casa sin traernos del trabajo ningún nuevo aprendizaje de utilidad, sin nada que nos haga más valiosos para el mercado laboral o para nuestro propio crecimiento personal, es el momento de buscar nuevos horizontes”.
Qué puedes hacer:
Analiza los pros y contra de continuar en tu empresa. ¿Qué te está aportando tu puesto actual? ¿Qué te falta y qué te quita? Además será muy importante que seas consciente de qué es lo más fundamental para para ti en un trabajo. ¿Es el aprendizaje básico para tu desarrollo profesional? Si es así, valora qué oportunidades te está proporcionando tu empresa.
Aburrimiento y apatía
Habrás sentido que el aburrimiento y la apatía crecen y se asientan en tu día a día, incluso puede que estés más irritable con tu entorno más cercano. Esto es propio de la desmotivación y un indicador de que tu trabajo no te está aportando lo que necesitas profesionalmente.
Qué puedes hacer:
Gabriel García de Oro explica en el País Semanal: “Lo que funciona es “el impulso de hacer algo porque es interesante, absorbente y todo un reto”. (…) Es decir, aquel que sale de nosotros mismos y de nuestros deseos como personas” Ya no vale pues solo quejarse, nos toca ser conscientes de aquello que nos motiva y movernos hacia ello: ¿qué te activa?, ¿qué te pasarías horas haciendo?, ¿qué situaciones te empujan a seguir haciéndolas? Si el trabajo ahora mismo no te está ayudando a mantener tu motivación en buen estado, busca actividades y proyectos donde puedas reactivarte y volver a la carga.
Valores que no encajan
Otra señal importante es la falta de alineamiento con los valores de la empresa y con los objetivos que esta te está marcando. Quizás hayas empezado a sentir un malestar interno sobre algunas de las decisiones de tus superiores y de tu equipo. Quizás este malestar se haya manifestado en pequeños conflictos en el trabajo. Si estos conflictos internos y externos se mantienen en el tiempo y escalan, es momento de reflexionar sobre tus propios valores y objetivos profesionales.
Qué puedes hacer:
Vuelve a conectar con la visión de tu organización ¿qué quiere lograr tu empresa?, ¿a qué aspira en el futuro?, ¿cómo quiere mejorar el mundo? Ahora dirígete a ti: ¿cuál es tu visión de futuro?, ¿a qué aspiras?, ¿cómo quieres mejorar el mundo?, ¿encajan tus aspiraciones con las posibilidades que te ofrece la empresa?
Vuelve a tu empresa, ¿de qué manera la organización está llegando a ese propósito?, ¿qué valores se ponen en práctica en el día a día? Una empresa puede tener una visión inspiradora, pero puede que su manera de llegar a su objetivo sea nefasta. Piensa ahora, ¿cuáles son tus principales valores?, ¿están estos valores alineados con los valores reales de la empresa? “Todos tenemos un propósito en la vida, aunque ahora no lo veamos. Aunque nuestra actividad laboral nos haya alejado de él. Y si es así, entonces sí que es obligatorio re-conectar, permitir que sea esa expectativa la que nos guíe, y, tal vez, ya no solo cambiar de trabajo sino, quién sabe, re-orientarnos y dar un giro a nuestra actividad laboral.” escribe García de Oro.
Y cuando has detectado las señales, ¿entonces qué?
Cambiar no es igual a:
- Decidir «Hey, !voy a cambiar!» . De hecho, incluso tú probablemente ya lleves un tiempo pensando en que tienes que cambiar algo y no lo has hecho.
Cambiar es igual a:
- Descubrir tu nuevo rumbo profesional
- Vencer los miedos y otras creencias limitantes que a veces nos paralizan a la hora de explorar nuevas posibilidades o de dejar un trabajo por otro
- Creer que eres suficientemente bueno/a para hacer o aprender lo que te propongas
- Construir una nueva «tribu» o grupo de personas con las que compartir este viaje
- Saber cómo moverte en una jungla laboral o de emprendimiento y en un contexto económico que cambia continuamente
El cambio requiere de una combinación de factores o «músculos» que hay que entrenar para llegar a un futuro profesional que realmente nos llene.
Esto está muy bien pero…
¿y si necesito ayuda?
No te preocupes, no estás solx. En nuestro gimnasio del cambio profesional y emprendimiento te ayudaremos y acompañaremos para que consigas tu objetivo. Esa es nuestra única misión: acelerar tu cambio y eliminar todo tipo de barreras que puedas encontrarte en tu camino.
